sábado, 22 de agosto de 2009

¡Lilus Kikus! ¡Kipus Likus! ¡Kolis Lukus! Una gata pequeña duerme en el pecho de Papasquiaro

Ojalá Lilus Kikus viniera a platicar conmigo...

Yo pensaría en tener a la mano un kaleidoscopio...

Y los versos de The Beatles a la mano a manera de mazapanes:

Look for the girl with the sun in her eyes
AND SHE'S GONE

Que baile encima de las macetas de mi casa e insulte a mi vecina por secuestrar las azoteas del edificio... Medida absurda... Para una ciudad construida en un valle delirante...

Entonces veríamos a la luna morder las aguas oscuras del cielo

Nos sobrarían las sílabas y los aplausos endecasílabos

Con la panzarriba esperando que nos caiga un poco de resplandor al centro del ombligo...

Por donde se hacen los bebes, como lo sabe la Borrega

Sería como acostarse en una cama inventada por Juan García Esquivel


Lilus Kikus se parece a la gata de Davit, Lola... Una niña traviesa con panza de tigre

Una niña traviesa es un trompo y una pupila efervescente

¡Ven a bailar encima de mi cabeza...!

¡Duérmete en mi cama entre mis sueños y el miedo!

Para ver entrar por la ventana a Pablo Neruda con su inevitable cara de tambor

Por la constitución de una cigüeña perdurable...

lunes, 17 de agosto de 2009

Posmito

La poesía ha de ser triste, porque la vida lo es.

La han degradado los dilapidarios con su hoja de cálculo, manta universal.

Y el arte, pues, incluso buscando las grandes transparencias, el trombón elemental sangrando, no ha de ser jamás diferente de una espátula o una espina dorsal.

El poema es un tenedor, y la imaginación, que lo hace fulgir, no olvidará jamás que no es el enemigo el estiércol, sino la muerte, el desamor y la política del capitalismo multinacional, en su revuelo microtecnológico culpable de arritmia.

El canto más sublime del poema no olvidará jamás su gestación en el útero putrefacto de la realidad, Ciudad Capital abre sus girasoles de neón desde las 4 p.m., visite su centro comercial, señor juez... The customer is always right.

No deposites: expande, unta, embarra

Sus manos de iguana
no parecían dinosaurios
sino aguas verdes anudadas
como lodos juveniles.

Porque la lengua sin vida no es nunca lenguaje (plasma, útero tibio, orina, sal, úlcera, beso cálido), sino torpe desparpajo nacido viejo —como que basta mirarlo para exclamar: nunca correrá, ni hará guanábanas, triste músculo de polvo.

Vida sin vida es torpe desparpajo nacido viejo, aglomeración desastrosa que en todos sus tumores traiciona a la belleza y en sus piernas retorcidas, a la velocidad de la danza.

Y ya. Entender el problema es comenzar a vivir, desatar la molécula del agua que yace adentro nuestro sólo esperando el primer temblor, la primera tibieza (asumidos mordisco) que enciendan toda su fuerza de tempestad.

La escritura sólo resulta importancia cuando es expresión..., sonora como orquídeas en el silencio o una orquesta adentro de un tazón; su obsesión no merece interrumpir la inquietante necesidad de vivir intensamente —agua, miel en los pezones..., groserías casi ave de vuelo tan alto, caminatas ridículas... canción.

El pensamiento, la reflexión y la búsqueda deben ser aspectos de un ser más amplio que ellos, sumamente genial, luminoso, hablando para gemir y gimiendo por el gemido, por la música mamífera de los dioses condenados a toda su piel, a salivar con fiebre.
Vivir es también pensar. Sólo también.

El "yo" intelectual que estudia para esclarecer, es un "yo" que, por el derecho que propone necesariamente la solidaridad, pertenece a todos. Sus palabras deben enriquecer, iluminando, desbrozando, vinculando (siempre hacia la explicación, la profundidad y, entonces, el cambio), el orbe del ser humano como totalidad extendida por encima de límites temporales (el ahora) y espaciales (nación, jerarquía social y demás cúmulos estupidizantes). Es el "yo" de los libros de Monsiváis y Ramón Xirau.

Por otro lado, el "yo" íntimo es también de un petróleo y alcances importantísimos. Su ámbito es donde el ser ensaya sus estallidos, su capacidad de derramarse sin terminar en estanque y de morir evaporado, fugándose en borbolettas interminables hacia otras posiciones en las piedras y las ramas que constituyen las nervaduras, esqueleto, del cosmos.
Este ser es donde brotan las castañuelas inagotables y los peces melódicos del lirismo; es la fuerza del bailador, del guitarrista y de quien sube montañas para asumir, por contraste, las minúsculas inmensidades ( de alguna manera se necesita conservar la armonía ), de su espíritu.
Íntimo, encriptado por un compás intransferible, este ser también pertenece a todos, en tanto que cada haombre nace con el mismo número de plumas, maracas y células elípticas (las de los glóbulos rojos, a decir de Saint John Perse). Puesto que los cerebros comparten estructura y materia, la emoción de cada cual, aunque expandiendo su humo químico en pulmones específicos, no es diferente de la de cualquier otro amigo de la especie; y así, el gozo de hundir los dedos en un saco de semillas es exactamente igual al de dirigir, con apasionamiento hasta el sudor, y descoyunturas y sacudidas adolescentes, la 5a de Mahler en un auditorio de estatura. Es el "yo" de los libros de Kerouac, Lispector, Gómez Jattin y Elena Garro.

Ningún lirismo excluye al pensamiento. Ningún ser reflexivo deja de ser, por un solo instante, un hongo completamente vaginal.

Circo de amplitudes.

Manos por la libélula.

Saltando