jueves, 5 de mayo de 2011

Historia universal de la infamia

Ese Borges con la maestría del talento. El atributo principal de su escritura: la singularidad. ¿Seguro?
Borges se concibe como el ciudadano del mundo, capaz de las traslaciones más ambiciosas, hacia los Estados Unidos del siglo XIX, hacia el desierto musulmán, hacia el pasmo exacerbado de la China imperial, hacia el mito de las teologías, que promueven imágenes del cosmos, y que seducen al ciego pensante por el atrevimiento de sus ejecuciones.

¿Qué animal es capaz de figurar la silueta de lo que llama un Dios, que lo expresa y lo contiene?
La imaginación, el atributo principal de la razón.

Historia universal de la infamia.

Hombres únicos que han absorbido la necesidad de la pasión. Cuya comprensión de la vida abunda en el arrojo y las capacidades exorbitantes del odio. El argumento singular alimenta el ejercicio de estas escrituras, historias de imposibles personalidades grandiosas.
A mayor humanidad, mayor asco, más cruento error, pura infamia.

¿Qué es el ánimo pasional? ¿Cuáles son los caminos de la furia y la venganza?

Los relatos se cierran una vez que toda la energía personal de sus protagonistas ha sido derramada. Historias de una vida, cuyo riesgo es necesariamente un apresuramiento de la muerte. El que a hierro mata come balas el día de su muerte.

El odio destruye al odio. La infamia persigue a la infamia.

Borges, el delicado insecto del observatorio, quien pese a su paciencia en vida, fue siempre un honesto admirador de las conflagraciones del mundo real, hirviente desde su infinito exterior. El hombre es su equivocación, su desgracia, su perentoriedad, su asco- El mutilado, el tullido, el Señor de los Límites, el comedor de fragmentos y basuras. El hombre, cuyas pasiones son abismos, lejano reflejo del orden esférico de una divinidad irreductible a proposiciones conceptuales terrenas, finitud que habita por tangencialidad a la infinitud, cuyas tentativas de lucidez se pierden bajo el ruido inexorable de las eras y las discusiones obsoletas, es, él mismo, por su aspiración siempre fallida, por sus bocanadas, pulmones, puñaladas y polvo, la infamia.

Historia universal de la infamia se inscribe en el pulso de lo cotidiano, como que un puñado de anécdotas contienen las persecuciones y violencias universales, los nombres del mundo. La bestia sigue siendo la bestia a pesar de los disfraces y la acumulación irracional del tiempo, cuya explicación desaparece.
Otra vez, soy el equívoco bufón que danza en el gozo de su ignorancia, deseando lamer los pechos de la Odalisca de curvas ascendentes y descendentes, el ardor del deseo que me corona y me expresa como una bola de fuego rebotando en las aristas inverosímiles.
Soy el bufón lamiendo el suelo y devorando un fruto de ceniza.

Borges, el reptil transocéanico de la precisión que se muestra como un reloj parado de puntillas en el ápice venturoso de su lengua no sólo púrpura y no sólo invisible.