lunes, 29 de junio de 2009

Croac Croac Ladraba la rana

Hay que aprender a desear.

Nadie enseña a vivir, sino el tiempo. Pero no uno pasivo, piedra al fondo del estanque. Sino un tiempo sapo que parezca enfurecido, que brinque. Dicen que los sapos no brincan, que son las ranas.

Hay que desear bastante. Y llevar avante (avante está el cielo, agachado) el barco pasional.

Hay que aprender a vivir. Viviendo. Mientras uno se equivoca. Para sembrar cebollas e hijos como papas, que no crezcan sin el consejo melódico de nuestras grietas en ojos sabidas en la Huasteca, las vihuelas, el viento.

Hay que ir al mar.

Enamorar a una mujer y sacudirla tanto hasta inflamar su vientre. Por la humanidad. Que crezca en su interior el corazón. Un corazón adentro de otro corazón. Y decirle, no sin lozanía: El corazón le crece a tu hijo y serás pronto madre. Amarla tanto hasta tocarla siempre.

Hay que vivir por el bambú. Por el bisonte. Y afirmar siempre las mismas cosas. Siempre. Recalcitrantes en nuestra sal y manglares.

Habría que dejar pasar muchas novelas para ser un excelente instrumentista. ¿Qué poetas lee Hermeto Pascoal? ¿Qué poetas prefiere Jaco Pastorius? Y al reconocerse en la calle, siempre se respetaron el uno al otro, como caballos de grandes ojos, haciendo bien a la tierra al conservar en ella sus manos.
¿Por qué?

Algunos hombres aprenden a vivir.

Y ello lo notan ellos mismos porque adquieren el derecho a reconocer que se les amplifica el pecho —lugar del graznido, rasgo del tigre—, sin que represente una soberbia.

Ahí está el Kerouac, siempre sincero, ridículo, reconociendo sus errores como su derecho a la vida. Y asumiendo que manejar, fumar, conversar hasta el anochecer y hacer el amor ya son los gestos del arte, la lenguetada que termina de modelar la espalda en la piedra. Acelerando siempre su automóvil, motor sonando, emulando a su propio motor cerebral, cardíaco —falo en llamas.

Ahí está el Kerouac, que habría pagado de buen grado las cervezas de Jaco Pastorius.

El artista: ese pájaro tribulado de aletas naturales. De tribulaciones iguales a las de cualquiera, y que sin embargo experimenta la necesidad de resolver en verso y rugido el conflicto interior de su alma (paraje mundial), surcándolo, rodéandolo en un acoso brutal. El que piensa y quiere resolver sus afirmaciones acerca del mundo, además de todo, de manera hermosa.

Habría que dejar pasar muchas novelas para alcanzar una vida maravillosa, por medio de la tenacidad y el esfuerzo, como boxeadores a la conquista del latón sonoro.

¿Valdrá la pena levantarse en la mañana a recibir el sol en la boca de un saxofón (perro moderno, gallo dorado)..., cantando en la mitad de una habitación sin ventiladores?

Sospecho, con un renacuajo en mi interior brincando, que sí.

Hay que vivir en jardines cultivados como alcobas para nuestro espíritu.

Hay que engendrar el gato volante.

domingo, 21 de junio de 2009

Apuntes Despuntes Pelos de elote

Conflicto: el conflicto existe. Hay que entonces enredarse en él, pero contando con todos los huesos y la astucia para sacudirse:

El mundo es de los audaces: Apetito de gloria y montaña, de Dios —fundirse en esa sustancia común, donde honestamente participa, porque es, el todo; y resolver la trayectoria visual en lejanías insospechadas, en lejanías procaces—, ubicuos hasta difuminarnos y terminar transparencia, sin angustia. Apetito de ser leones y cabras.

En la soledad no llueven ciertas guayabas, pero otras lagunas, verdes o no, con lodo respiratorio, lianas, libélulas, ruidos húmedos, extienden su párpado, y ensayan chorros como adelantando futuro. Grumos acuosos que devendrán delfín...

El orgullo de haber inventado el desierto.

Es cierto que la fuerza verbal construirá futuro y leche, porque la fantasía es otra instancia (infancia) verdadera, enflautada y de gozos que tiemblan, temen, silban, mordiendo liendres y brincando —espadas, impuestos, charcos.

Hay que ser botánicos naturalistas en un mundo al que se le acaban las arañas, el tiburón, las manos sin relojes pulsera (a ti te regalan para el cumpleaños del reloj). En un mundo en que toda pulsera ha olvidado relatar, en crónicas deleite, el pulso.

El orgullo verbal será cierto porque el pensamiento es un ámbito capaz de expresar biofilia, biomanía, cosmos. Suponer amor.

Reflexión para entregar honestidad a un mundo que se disuelve en combustiones aceleradas de ingenio electoral.

Poema para entregar un helecho parado de manos.
Un helecho estrepitoso, quejándose como un anciano altanero en la incómoda reducción de un mercado.

Chocar dos vocablos espléndidos y recibir heridas de música, bocanadas, puños del viento, oleaje tumbando el corazón. Un nuevo aliento a infundirse en el pecho de otro Adán...

Lenguaje es una de las extensiones del hombre, lozana, y su capacidad de suponerse en ímpetus de trébol y almeja, humos sin recorte que crecen sin veneno, es otro nombre para las piernas.

Insufla vida en el poema sólo para que el poema vuelva, alimentado y plumífero a su océano original. No olvides dotar de aletas, esqueleto furioso, al pez. No escatimes en su formación el amaranto.

Fundación del entusiasmo.

lunes, 1 de junio de 2009

Joan Brossa

Este es un señor espléndido que conocí de pura chiripa, como llegan los gigantes grandes, en una de esas exploraciones burdas por la web. Mencionar esto me hace recordar a otro carnalito impreso, de buena verdura, que también encontré de tropezón en estos días.

Pero no me desvío y adjunto un poema que me parece (inserte adjetivo al gusto):

Sin etcéteras, que el verso hable (Por si algún día algún pelele se le ocurre leer este espacio verbal por puro accidente, y se le viene en gana regañar mi chabacanería con eso del narcotráfico de versos de autor, declaro que fue extraído de un espacio virtual público, a saber http://amediavoz.com/brossa.htm):


Eco


A Maria-Lluïsa Palau

-¿Podrías decirme qué es el sol? -El sol.
-¿Y la luna, podrías? -Es la luna.
-¿Y por qué llora Pedro inconsolable?
-Porque en su vida no ha tenido suerte.

-¿Y qué son las montañas, las estrellas?
-Son solamente estrellas y montañas.
-¿Y estas raíces qué? ¿Y qué estas cañas?
-Pues no son más que cañas y raíces.

-¿Qué es esta mecedora? ¿Y esta mesa?
¿Y estas manos que forman sombras chinas?
Dime: ¿y el mundo, el hombre?
-Ved aquí
la faz final de la sabiduría:

Mírate a fondo, afirma siempre el ser
y aprende: nada más puedes hacer.





De ahondarse en esto, como siempre, sabi-hondos mucha-choches.

La vuelta al día en ochenta mundos

A ese Cortázar, ya tan nuestro padre por tan viejo y revisado (Literatura iberoamericana 5.0: Plan de estudios: A 12 de tantos de Dos Mil Garra...), hizo sin embargo una lucha auténtica por despedazar, con convulsiones de toro blanco, a toda esa cultura libresca, autocomplaciente y engominada, que se cernía alrededor de él, en tanto que adalid de la nueva escritura en el continente, y de todo cuanto espíritus en angustia generan y las mentes tradicionalizadas de ciertas instituciones grandiosas se apresuran en devorar.

Su honestidad es harta. Su esfuerzo óptimo y en ocasiones resuelto en maravillosas puntadas de búsqueda y respuestas envidiables, donde una inteligencia de señor recorrido en vida y libros se pone a ladrar con la mejor de sus trompetas melancólicas.

Aumenta a tantos jovencillos estimulados que queremos andar por ahí escupiendo grandilocuencias espléndidas e inolvidables, y resolver, en ocasiones, la estupidez de un encuentro sexual, la dulzura de un beso ungido en mezcal, el temblor de cada día frente al delirio del sol, la redondez del entorno visible, y otros etcéteras sublimantes, en páginas de precisa amalgama que resulte luz o reflejo de una brillantez superior y compartida. Los aumenta.

Corrije con el amor de un maestro. Y se equivoca para demostrar que es vivo y se atrabanca, como un nerudiano frente a una mesa con un plato circular repleto de almejas.

Pero de veras hace y frasea en lo que es su arte (porque envidiaba a su señor el Rimbaud y a su señor Bird): El recorrido antisolemne del texto, el desdoblamiento poderoso, abarcante y respiratorio, de la prosa... bonita palabra castellana.

Prosa Rosa. Troza.

Sospecho que será bien difícil matarlo.