lunes, 8 de noviembre de 2010

Claro...

...que nos elogiamos los unos a los otros, ¿pero qué otra cosa más honesta haríamos?, si bien se nota que tanta juventud se arrastra como los deseantes, infinitamente cansada de tantos discursos del dinero y el poder.

Yo no creo en el corazón-luz de las empresas, con el Sagrado Teletón a la cabeza y la bendición del Papa, que confía todavía en México y su dadivoso espíritu subyacente con todo y que el putazo es cabrón, y no hay bien para dónde.

Ellos tampoco.

Ellos pintan.
Los sangrones, pero con el corazón cerrado en un puño.
Elegantemente hablan desde el suelo.

Los que se arrastran parecen gritar: The groovie elegance. No queremos tu genocidio ni tu criminalización paramilitar.

Para militares, los de plástico. Lo demás es una mierda.
No nos ensuciaremos en su festín idiota que entrega el beso del prodigio al pico idiota del faisán.
Lorca duerme con nosotros, y violamos el último resquicio de su académica entereza un tanto seria. Haremos de Lorca una magnífica puta sin sentimientos de culpa. La puta de los colores, soberbia. En el amor no hay engaño. En el corazón abierto como un puño no hay violencia verdadera. Más que la de la estética indomable que lo quiere todo y se mete en el mundo empezando por la nariz.

Olisqueamos porque no queremos tu guerra paramilitar. Pediremos trabajo en tu marco empresarial y dibujaremos el plátano en el iris de nuestras amistades.
Todo se percibe: Cada uno a nuestro alrededor existe y anda con los pasos en la luz.
"Yo camino en la luz", dice el Güero, y cree que su palabra tiene los derechos del mundo. El verdadero Pontífice nos saluda a cada instante, mientras el Papa aterriza en Santiago de Compostela y se arrodilla ante la tumba ficticia (tanto como Batman) de Santiago Apóstol, que no existió y tampoco está encerrado en un palacete magníficamente medieval.

No queremos tus reliquias, sino el pato, la jarana y el beso.

La jarana del olvido. La jarana de la confusión. Elegantemente ambigüos, nos reímos antes de que acabe la honda música del rito, y no sabemos por qué. Pero sospecho que el suelo y los dibujos a color tienen que ver con esto.

Hagamos el erotismo en la cabeza de la rana horrenda en la contracarátula del Live Evil de Miles Davis. Hagamos el erotismo con un tanto de ligereza y un tanto de ritmo sobre la cabeza horrenda de la rana horrenda que temió Miles Davis.

Una negra se embaraza en el centro del África. Un negro grita en Nueva York: Déjame vivir, yo no quiero macanas sino mi música del glande paladeando su derecho a volar. ¿Has visto cómo hablan los ridículos hiperbólicos, los exquisitos hiperbólicos? Mi camisa es más púrpura que el cielo nocturno, y esta es toda mi política contra el poder y las cúpulas que heredamos de Europa -a Dios gracias. Una negra se embaraza en el centro del África y, por el ritmo elemental de la respiración, le crecen los senos. Le crece un guitarrista al centro. Un saxofón que cantará the terrific energy of soul.

La rana horrenda dicta las estrategias de guerra y devora sus almuerzos de petróleo.

¿Y tú qué vas a hacer a las puertas del banquete?

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